«Con estos ejemplos solo pretendo poner de manifiesto que el oficio de historiador exige no detener nunca la formulación de preguntas en el límite de lo que puede ser bien recibido por un determinado grupo o servir a una determinada causa, como suele ocurrir cuando es la memoria la que representa el pasado. Cuando los hechos lo piden, cuando se trabaja según las exigencias del oficio, una pregunta abre siempre otra y, en el camino, añade complejidad a la respuesta de manera que el historiador se ve impelido a contar toda la historia, a no apartar nada de su mirad por mucho que su modo de implicación ideológica -por decirlo con los cuatro modos de Hayden White- sea anarquista, radical, conservador o liberal. Una narración que pretende ser verídica no puede eliminar ninguna pregunta aunque vislumbre que la respuesta que le espera derrumbe el precioso edificio, moralmente consolador y políticamente oportuno, en construcción: en este sentido, y en algunos otros que se verán más adelante, la elaboración de un relato histórico es distinta de las políticas de construcción y difusión de relatos de memoria, dirigidos siempre a fines políticos o sociales que necesariamente habrán de dejar en el olvido todo lo que confunda, dificulte o impida el proceso de construcción de una memoria de parte que se pretende convertir, por medio de políticas públicas, en una memoria social»
Santos Juliá: Elogio de Historia en tiempo de Memoria
Elogio de Historia en tiempo de Memoria
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