Un grupo de intelectuales nacionalistas ha presentado un manifiesto a favor de la eliminación del español como lengua cooficial en una hipotética Cataluña independiente, es decir, a favor de implantar el monolingüismo en catalán. Literalmente se trataría de «una nación, un estado y su lengua”. No queda muy claro cuál sería la situación del aranés. No hago ningún comentario al respecto: ya saben que en este blog no suelo escribir acerca de temas de rabiosa actualidad política y no es mi intención comenzar a hacerlo ahora. Si traigo a colación esta noticia es porque, al hilo de la misma, me he topado con la entrevista a una de las firmantes del manifiesto, Sílvida Senz, en la que se pueden leer declaraciones como esta:
—Franco va utilitzar la immigració arribada als Països Catalans per espanyolitzar la població autòctona?
—Sí. És un fet estudiat en treballs historiogràfics. S’ha demostrat la intenció que va tenir Franco de colonitzar el territori. En documents del franquisme es pot comprovar com celebraven aquesta espanyolització.
Me ha llamado poderosamente la atención que en cierto sector de los nacionalismos periféricos perviva la visión de los inmigrantes laborales del Desarrollismo como colonos/apóstoles del franquismo. La creía superada, porque, desde luego, los trabajos historiográficos lo único que han confirmado es que se trata de un mito. Buceando en internet he descubierto que estaba equivocado: la teoría de la conspiración ha vuelto. Y ha vuelto porque estuvo muy presente en su momento, pero de eso hace medio siglo.
El de la «colonización» teledirigida por la dictadura para aculturizar las naciones supuestamente «conquistadas» era uno de los argumentos que durante los años sesenta empleaban los primeros etarras, como Txillardegi, para legitimar la imagen de una Euskadi ocupada militarmente por un enemigo exterior, España, y, por ende, justificar una guerra de liberación nacional. Por descontado, aquellos nacionalistas radicales que crearon ETA obviaban que los habitantes de la España rural sencillamente se iban a vivir allí donde había trabajo, o sea, a zonas industriales como el País Vasco, Cataluña… y Madrid, por no hablar de Alemania y otros países europeos, que supongo que Franco no pretendía «españolizar».
Hace unos años Raúl López y yo escribimos un par de artículos al respecto que quizá merece la pena rescatar ahora:
PS: Estas ideas, por cierto, también entroncan con la teoría de la conspiración de aquellos que ven la mano negra del autodenominado «Estado Islámico» en los refugiados sirios y en los inmigrantes económicos de religión musulmana, considerándolos colonos islamizadores de Europa.