Desde que en marzo de 2012, un pistolero solitario, Mohamed Merah, mató a tres militares y cuatro civiles, tres de ellos niños en las localidades de Montauban y Toulouse, Francia ha registrado un total de 241 víctimas de atentados terroristas de inspiración yihadista. Las últimas, las 84 personas asesinadas en Niza.
Francia se ha convertido en el país europeo más afectado por el terrorismo yihadista por varias razones. La primera de ellas porque Francia participa activamente en la lucha contra el yihadismo en varios frentes. En Mali, en 2013, con la Operación Serval en la que desplegó tropas de combate, frenó e hizo retroceder a los yihadistas que estaban a punto de hacerse con el control del país. Acorraló a los rebeldes, afines a Al Qaeda, y dio tiempo a que una misión internacional, de la que forma parte España, pusiera en marcha programas de entrenamiento de tropas locales para encargarse de la seguridad de su propio país. En Siria e Irak, Francia forma parte de la coalición internacional que bombardea al Estado Islámico y que ha contribuido a que el Daesh pierda una gran parte del terreno que controlaba.
Otra circunstancia que afecta a Francia es que se ha convertido en el país europeo del que han salido más combatientes hacia Siria e Irak. Según datos oficiales franceses, hasta el 26 de junio pasado un total de 1.954 ciudadanos de Francia o personas residentes en este país se habían desplazado a Oriente Medio para combatir en las filas de los grupos yihadistas de la zona, la mayoría de ellos integrados en el Daesh. De los casi dos mil contabilizados hace un mes, 183 habían perdido la vida en los combates, once de ellos cuando llevaban a cabo atentados suicidas. Otros 252 terroristas habían regresado después de permanecer un tiempo en Siria o Irak. Las autoridades galas tenían conocimiento en la fecha indicada de que 672 combatientes seguían en la zona de guerra en la fecha indicada. Entre los desplazados desde Francia a las zonas de combate, se han contabilizado 259 mujeres y más de un centenar de menores de edad.
Para tener una referencia sobre la importancia del número de yihadistas salidos de Francia se puede comparar con las cifras correspondientes a España. En nuestro país, hasta el momento, están contabilizados un total de 178 desplazados a zonas de conflicto, de los que el 10% eran mujeres, según datos oficiales. Un 61% de los combatientes salidos de España eran ciudadanos marroquíes, un 24% españoles y el resto de otras nacionalidades. De los 178 yihadistas contabilizados, 30 han fallecido en Irak o Siria y 25 han retornado a nuestro país. De estos últimos, algo más de un tercio está encarcelado y otro tercio están sometidos a investigación.
A pesar de la gravedad de los atentados sufridos en territorio francés, en los últimos años, los servicios de seguridad galos no han estado con los brazos cruzados. El pasado año, los cuerpos policiales franceses llevaron a cabo 223 detenciones de sospechosos de estar relacionados con el yihadismo. Esa cifra supuso el 57% de todos los arrestos efectuados en Europa. En lo que va de año el número de detenidos en Francia asciende a un total de 150.
Para hacer frente al terrorismo, una medida fundamental es la colaboración entre los servicios de inteligencia y los de policía de los diferentes países. La derrota de ETA hubiera sido imposible sin la colaboración que se estableció entre España y Francia, desarrollando unos mecanismos de trabajo tan estrechos entre servicios policiales de los dos países que no hay ningún otro caso en el ámbito internacional que se le pueda comparar.
Si el terrorismo de ETA se concentraba en dos países, con presencia menor en otras zonas, el yihadismo tiene un movimiento de fronteras infinitamente mayor. Las células yihadistas que protagonizaron los atentados de París de noviembre del pasado año y los más recientes de Bruselas tenían estrechas vinculaciones. Los terroristas se movieron por Francia, Bélgica, Alemania y otras naciones con absoluta comodidad para desarrollar los preparativos de los atentados.
Otro episodio que muestra la complejidad de los movimientos transnacionales de los terroristas y la necesidad de cooperación policial se puso de manifiesto en junio del pasado año en la operación Salinas desarrollada por la Guardia Civil. El Instituto Armado seguía la pista de un ciudadano marroquí residente en Alicante que se había trasladado a Siria para integrarse en las filas del Estado Islámico. El sospechoso salió de Siria y regresó a Europa pasando por varios países antes de ser detenido en Varsovia gracias a la colaboración de la policía de Polonia y la Guardia Civil. El detenido contó a la policía polaca que tenía órdenes para recoger información en varias ciudades europeas de zonas o lugares que estuvieran especialmente concurridos de público para llevar a cabo luego atentados con el máximo impacto posible. Además proporcionó datos de un cómplice que había regresado a Francia y que pudo ser detenido en el mes de agosto. Este segundo terrorista declaró, a su vez, que había recibido indicaciones para preparar atentados que causaran el mayor número posible de víctimas. Entre las órdenes recibidas estaban la de atacar una sala de conciertos. Ese plan lo llevaron cabo otros yihadistas el 13 de noviembre en París.
Atentados como los registrados en Francia el pasado año y el reciente de Niza conmocionan a la sociedad que reclama medidas para garantizar la seguridad colectiva. Hay que tener claro que la lucha contra cualquier grupo terrorista es siempre larga, que no hay soluciones mágicas sino que se requiere un esfuerzo sostenido en el tiempo.