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«EL MOVIMIENTO CIUDADANO EN LA TRANSICIÓN» de VÍCTOR URRUTIA

EL MOVIMIENTO CIUDADANO EN LA TRANSICIÓN. VÍCTOR URRUTIA.

Excelente articulo de Víctor Urrutia, catedrático de Sociología de la UPV. Aprovecho la ocasión para publicitar mi pequeñísima aportación al tema, que hice ya unos años: «Barro y promesas: el barrio de Recaldeberri y su Asociación de Familias entre el franquismo y la democracia»

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Nuevo número de la revista «Bidebarrieta» sobre historia y política en Bilbao

Pueden leer aquí los artículos que contiene, entre los cuales destacaría el de Jon Penche dedicado alos «Los espacios de sociabilidad republicana en Bilbao: organización y actividades»

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Exposición sobre el papel de la Policía Nacional en la lucha contra el terrorismo en Bilbao

En Bilbao. Más información aquí y aquí

Y, si andan por Berlín, no se pierdan esta otra sobre la RAF

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Era más la miseria que el miedo. Mujeres y franquismo en el Gran Bilbao

Era mas la miseria que el miedo

«Era más la miseria que el miedo. Mujeres y franquismo en el Gran Bilbao: represión y resistencias», un trabajo de investigación de Belén Solé y Beatriz Díaz. Incluye unidad didáctica. Pueden consultarlo aquí.

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XVIII SYMPOSIUM DE HISTORIA DE BILBAO

XVIII SYMPOSIUM DE HISTORIA DE BILBAO
2-3 de DICIEMBRE 2014
Bilbao en el período de la dictadura de Franco 1937-1977
Primera circular

A partir del 20 de junio de 1937 la vida cotidiana de los habitantes de Bilbao cambió radicalmente. En adelante se estableció un sistema dictatorial durante un período de 40 años. En este Symposium nos proponemos investigar temas y problemáticas del citado período.
Los investigadores interesados en los temas de Bilbao tenemos la ocasión de reunirnos en el XVIII Symposium para exponer, debatir y difundir nuestras contribuciones originales.
Quien desee participar en el XVIII Symposium deberá remitir por e-mail antes del 30 de octubre de 2014, a la sede de Eusko Ikaskuntza, el título, un resumen inferior a 100 palabras, el nombre de la(s) persona(s) autora(s), su dirección y un teléfono de contacto. El texto íntegro de las comunicaciones admitidas deberá ser entregado, en soporte digital antes del 30 de diciembre de 2014. No sobrepasarán los 50.000 caracteres (equivalentes a unos 20 folios en formato DIN A-4 a doble espacio con tipo Helvética de cuerpo 12), y cumplirán las normas para la presentación de originales habituales en las publicaciones científicas de Eusko Ikaskuntza.

Dirección a la que deberán remitir los títulos y textos de las comunicaciones:
Eusko Ikaskuntza. Paseo de Uribitarte, 10 planta baja 48001 – BILBAO
Tel.: 94 4425287 – e-mail: bilbo@eusko-ikaskuntza.org

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Mitos que matan. Conferencia en Bilbao

Mitos que matan. Conferencia en Bilbao

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8 octubre, 2013 · 12:48

El triángulo vasco II. La izquierda obrera en Euskadi hasta la Guerra Civil

El triángulo vasco II. La izquierda obrera en Euskadi hasta la Guerra Civil

Las otras dos culturas políticas del País Vasco, la izquierda y el nacionalismo, aparecieron de forma más tardía, durante la Restauración. Este régimen coincidió con la intensa industrialización que experimentó Vizcaya a finales del siglo XIX. La agricultura tradicional fue sustituida en dicha provincia por un sistema capitalista muy productivo, lo que convirtió al Señorío en una de las zonas más prósperas de toda España. Destacó la minería del hierro y el sector siderometalúrgico, así como la banca y el comercio. La vizcaína se convirtió en una sociedad moderna, de clases, que tenía en su cúspide a una auténtica oligarquía, la alta burguesía políticamente vinculada al liberalismo monárquico. Sin embargo, el resto del País Vasco y de Navarra, con la excepción de determinados enclaves de Guipúzcoa, continuó siendo mayoritariamente rural, agrario y tradicional.
Paralelamente surgió en Vizcaya la clase obrera, nutrida por la primera oleada de inmigrantes que, provenientes del resto de España, dejaron su tierra natal en busca de un puesto de trabajo. Como era común en la época, el proletariado sufría muy malas condiciones de vida y una situación laboral deplorable, con pocos derechos, largas jornadas y escasos salarios. No es de extrañar, por tanto, que el movimiento obrero se extendiese con relativa rapidez desde otras provincias al Señorío, gracias a la actuación de propagandistas como el socialista toledano Facundo Perezagua.
Al contrario que en Cataluña, la otra gran región industrial de España, el anarquismo no llegó a cuajar en el País Vasco. El socialismo se convirtió en la ideología hegemónica entre los trabajadores, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) en su partido y la UGT (Unión General de Trabajadores) en su sindicato. Sólo siete años después de la fundación del PSOE (1879), el 11 de julio de 1886, se constituyó la Agrupación socialista de Bilbao. En 1890 el movimiento obrero impulsó la primera gran huelga en Vizcaya, que se saldó también con su primer éxito. Se inició así una etapa de dura conflictividad laboral entre los socialistas, encabezados por Perezagua, y los patronos. Se trataba de la fase inaugural del socialismo, en la que éste destacó por su anticlericalismo, el recurso a la huelga revolucionaria, su aspiración a una sociedad sin clases, su desprecio a las elecciones y su oposición a cualquier acercamiento a los partidos republicanos «burgueses», que contaban con cierta presencia en las zonas urbanas, como ha estudiado Jon Penche.
En las elecciones locales de 1891 el PSOE consiguió cuatro concejales en Bilbao y uno en La Arboleda. Eran los primeros de toda España. En 1898 Pablo Iglesias, líder y fundador del partido socialista y de la UGT, se presentó a diputado por el distrito de Bilbao, obteniendo un 22% de los votos, resultado sorprendente teniendo en cuenta los constantes fraudes electorales que realizaban los partidos dinásticos. En 1900 se constituyó la Federación Socialista de Vizcaya, integrada en el PSOE. En 1901 eran doce los concejales socialistas en la capital del Señorío. En 1911 Indalecio Prieto resultó elegido diputado provincial de Vizcaya en una coalición electoral con los republicanos, que también le permitió ganar un escaño de diputado a Cortes en 1918. En 1920 Rufino Laiseca se convirtió en el primer alcalde socialista de Bilbao. Estos resultados han de enmarcarse en la segunda gran fase del socialismo vasco, iniciada en los años de la I Guerra Mundial (1914-1918), en la que el partido, dirigido por Prieto, moderó sus postulados y adoptó un proyecto democrático, liberal, reformista y no revolucionario, aliándose electoralmente con los republicanos.
Podemos sacar algunas conclusiones básicas respecto a la cultura política de las izquierdas. En primer lugar, el País Vasco, junto a Asturias y Madrid, fue uno de los focos principales del socialismo español. En segundo lugar, el PSOE y la UGT, siguiendo a Juan Pablo Fusi, conformaron a la clase obrera en Vizcaya, que quedó íntimamente unida a dicha ideología. En este sentido, es importante constatar que, como afirma Manuel Montero, «el socialismo actuó como vehículo de integración de los inmigrantes en la sociedad local. Les proporcionó un ideario, una estructura organizativa y unos instrumentos de participación política».
En tercer lugar, la hegemonía del socialismo vasco entre el proletariado fue incontestable. Tampoco llegó a cuestionar su primacía el comunismo, surgido de entre las filas del PSOE. En 1921 el ala izquierda de los socialistas constituyó el PCE (Partido Comunista de España) que en el País Vasco y Navarra adoptó en 1935 la denominación de PCE-EPK, Partido Comunista de Euskadi-Euskadiko Partidu Komunista. A pesar de servir de cantera para algunos de los líderes más importantes del comunismo español, como Dolores Ibárruri (La Pasionaria), el EPK nunca pasó de ser una formación marginal en Vasconia.
Por lo general hasta 1936 las relaciones entre el socialismo y el nacionalismo fueron pésimas. Incluso en determinados momentos, como los primeros años de la II República, hubo frecuentes enfrentamientos armados entre grupos de militantes de los dos movimientos. Las causas de esta enemistad ideológica eran profundas. Por una parte, el PSOE y la UGT eran doctrinalmente internacionalistas y antinacionalistas, lo que les llevó a oponerse por principio a cualquier tipo de patriotismo por «burgués» (el español incluido, como quedó patente en su oposición a las guerras coloniales, incluyendo la de 1898). Por otra parte, la doctrina de Sabino Arana se basaba en el racismo y la xenofobia, por lo que el PNV mantenía una actitud muy hostil hacia los inmigrantes que formaban una alta proporción de la base del PSOE. Por último, el socialismo y el nacionalismo defendían principios antagónicos: clase obrera contra nación, anticlericalismo contra clericalismo, tolerancia moral contra puritanismo, modernización contra tradicionalismo, industrialismo contra agrarismo, cosmopolitismo o identidad española (lo que no equivale necesariamente a nacionalismo español) contra antiespañolismo, socialismo contra antisocialismo, etc.
Mucho de lo referido para el PNV, cambiando lo que hay que cambiar (el nombre de la patria, de Euzkadi a España), es aplicable a las otras derechas vascas, las no nacionalistas. El carlismo y el fuerismo, por ejemplo, también mantenían posiciones xenófobas. Precisamente eran también, junto al nacionalismo, las fuerzas que demandaban algún tipo de autogobierno para el País Vasco. El socialismo identificó el proyecto autonomista o fuerista con sus promotores, que eran sus adversarios políticos. Por tanto, se desatendió de dicha cuestión, a la que consideraba «burguesa» y ajena a la clase obrera. Por idénticas razones el socialismo vizcaíno no supo o no quiso acercarse al euskera o a una buena porción de la cultura autóctona, lo que llevó a alguno de sus líderes al extremo de despreciar símbolos tan arraigados en el País Vasco como el Árbol de Guernica.
Diferente fue el caso del socialismo eibarrés, dirigido por hombres como el doctor José Madinabeitia y Toribio Echevarría, autor de La Liga de Naciones y el problema vasco (1918) y fundador de la cooperativa Alfa (1920). El PSOE guipuzcoano, nutrido mayoritariamente por autóctonos euskaldunes (vascoparlantes), defendía posiciones vasquistas, es decir, el mantenimiento del pluralismo lingüístico y cultural y una descentralización del Estado que conllevara algún tipo de autonomía para Vasconia. Lo cual no suponía en absoluto una cercanía al PNV, ya que el socialismo eibarrés también era firmemente antinacionalista.
Hubo que esperar a la I Guerra Mundial para que el PSOE empezara a aproximarse a la idea del autogobierno. Durante la II República el socialismo vasco fue partidario de la descentralización de España y uno de los impulsores de las campañas a favor de un estatuto de autonomía para el conjunto de Vasconia. Con ese telón de fondo hay que entender que, a partir de 1934 el PNV y las izquierdas se acercaran políticamente, algo que nunca había ocurrido hasta entonces. El fruto de la entente fue la autonomía para el País Vasco (pero no para Navarra). Podemos personalizar el éxito en Indalecio Prieto, al que José Luis de la Granja considera, junto a José Antonio Aguirre, uno de los «dos padres fundadores indiscutibles» del Estatuto vasco (1936) y, por tanto, de Euskadi como realidad político-administrativa.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA
AIZPURU, Mikel (1996): «La imagen del “otro” en la Historia contemporánea del País Vasco: Nacionalismo Vasco y Socialismo», en DUPLÁ, Antonio, FRÍAS, Piedad y ZALDUA, Iban (eds.): Occidente y el otro: Una historia de miedo y rechazo. Vitoria: Ayuntamiento de Vitoria. pp. 185-196.
COMONTE SANTAMARÍA, Ángel (2010): Juan de los Toyos González. Biografía de un pequeño gran hombre. Bilbao: Juan de los Toyos Fundazioa.
CORCUERA, Javier (2001): La patria de los vascos. Orígenes, ideología y organización del nacionalismo vasco (1876-1903). Madrid: Taurus. (1ª ed.: 1979).
EGUIGUREN, Jesús (1994): El socialismo y la izquierda vasca, 1886-1994. Madrid: Fundación Pablo Iglesias.
FUSI, Juan Pablo (1975): Política obrera en el País Vasco (1880-1923). Madrid: Turner.
FUSI, Juan Pablo (1979): El problema vasco en la II República. Madrid: Turner.
FUSI, Juan Pablo (1984): El País Vasco. Pluralismo y nacionalidad. Madrid: Alianza.
FUSI, Juan Pablo (1988): «El socialismo vasco (1886-1984)», en JULIÁ, Santos (coord.): El socialismo en las nacionalidades y regiones. Madrid: Fundación Pablo Iglesias, pp. 41-70.
GRANJA, José Luis de la (2002): El nacionalismo vasco. Un siglo de historia. Madrid: Tecnos. (1ª ed.: 1995).
GRANJA, José Luis de la (2003): El siglo de Euskadi. El nacionalismo vasco en la España del siglo XX. Madrid: Tecnos.
GRANJA, José Luis de la (coord.) (2013): Indalecio Prieto. Socialismo, democracia y autonomía. Madrid: Biblioteca Nueva.

IBAÑEZ, Norberto y PÉREZ PÉREZ, José Antonio (2005): Ramón Ormazábal: Biografía de un comunista vasco (1910-1982). Madrid: Latorre Literaria.
MIRALLES, Ricardo (1988): El socialismo vasco durante la II República. Organización, ideología, política y elecciones, 1931-1936. Bilbao: UPV-EHU.
MIRALLES, Ricardo (2002): «El socialismo vasco», en GRANJA, José Luis de la y PABLO, Santiago de (coords.): Historia del País Vasco y Navarra en el siglo XX. Madrid: Biblioteca Nueva, pp. 227-248. (Reed.: 2009).
PENCHE GONZÁLEZ, Jon (2010): Republicanos en Bilbao (1868-1937). Bilbao: UPV-EHU.
RIVERA, Antonio (2003): Señas de identidad. Izquierda obrera y nación en el País Vasco, 1880-1923. Madrid: Biblioteca Nueva.
RIVERA, Antonio (2008): La utopía futura. Las izquierdas en Álava. Vitoria: Ikusager.
RIVERA, Antonio (2009a): «La izquierda y la cuestión vasca. Segunda parte: 1923-1960. Acercamiento y disolución», en CASTELLS, Luis y CAJAL, Arturo (eds.): La autonomía vasca en la España contemporánea (1808-2008). Madrid: Marcial Pons, pp. 257-284.

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6 septiembre, 2013 · 16:46

El triángulo vasco I. Las derechas en Euskadi hasta la Guerra Civil

En el País Vasco del siglo XX encontramos tres grandes culturas políticas: la derechas, la izquierdas y el nacionalismo vasco. Con estos vértices Juan Pablo Fusi, quien junto a Caro Baroja planteaba en 1984 que el rasgo constituyente de Euskadi era y es su pluralidad interna, formó una figura geométrica: un triángulo. La división entre las tradiciones ideológicas de Euskadi proviene de su confrontación en dos campos muy diferentes. Por una parte, el de la rivalidad de izquierda-derecha, derivado de las políticas socio-económicas. Por otra parte, el de la colisión de nacionalismo-no nacionalismo, consecuencia del choque de identidades territoriales que originó el nacimiento del PNV. Antonio Rivera mantiene que tras la dictadura la actuación de ETA introdujo un nuevo campo de confrontación: la de «demócratas vascos vs. partidarios/justificadores de la violencia de intenciones políticas». Así pues, considera que la “izquierda abertzale” (izquierda patriota) forma una cuarta cultura (o subcultura) política. Por consiguiente, “el triángulo es hoy y desde hace algunos años un auténtico cuadrado”.

Las tres grandes culturas políticas que conforman el triángulo nacieron durante el XIX. Se trata de una geometría política que apareció en Bilbao, se extendió luego a Vizcaya y sólo se generalizó a la totalidad del País Vasco y Navarra durante la II República (1931-1936).

La primercopy_of_ZMTomasZumalakarregia cultura política que emergió fue la que posteriormente ha sido conocida como la derecha o, mejor (para evitar confusiones con la derecha nacionalista vasca, el PNV), como la derecha no nacionalista. En el siglo XIX, lejos de formar un bloque homogéneo, las derechas estaban divididas entre los liberales, partidarios de la modernización de España, y los carlistas, defensores del Antiguo Régimen. Se trataba de dos bandos irreconciliables que se enfrentaron en sucesivas guerras civiles (1833-1839, 1846-1849 y 1872-1876), cuyo principal escenario se situó en Vasconia, uno de los bastiones de los carlistas. La victoria definitiva de los liberales, consagrada con la Restauración de la dinastía borbónica, trajo consigo la sustitución de la dicotomía ideológica entre el carlismo y el liberalismo por la de derechas/izquierdas, relativamente distorsionada por la aparición posterior del nacionalismo. Otra importante consecuencia de la última guerra carlista fue la abolición de los fueros de las provincias vascas (1876-1877), que en compensación recibieron los conciertos económicos (1878), similares al convenio del que Navarra gozaba desde 1841. Se trataba de unos regímenes provinciales diferentes a los del resto de España, que dotaban a las diputaciones de una gran autonomía fiscal y administrativa.

230px-Alfonso_XIIIdeEspañaLas derechas, a pesar de su constante división interna y de su diversidad ideológica (conservadores, progresistas, fueristas, etc.), mantuvieron el dominio de las instituciones en el País Vasco y Navarra durante la mayor parte del reinado de Alfonso XII y Alfonso XIII, incluyendo la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930). Mientras, el tradicionalismo (el carlismo y su escisión integrista) conservó buena parte de su arraigo en Vasconia, especialmente en Álava y Navarra, y no renunció a la idea de organizar una nueva insurrección contrarrevolucionaria para acabar con el Estado liberal.

Como prueba de la aplastante primacía de las derechas se puede repasar la lista de los parlamentarios vascos y navarros elegidos para las Cortes durante la etapa de la Restauración en la que estuvo vigente el sufragio universal (1891-1923). De un total de 331 diputados, según José Luis de la Granja, 68 fueron carlistas, 22 integristas, 22 católicos independientes, 17 urquijistas, 131 conservadores, 43 liberales, 11 nacionalistas vascos, 13 republicanos y 4 socialistas. Agrupándolos en las tres grandes culturas políticas: 303 parlamentarios de las derechas no nacionalistas, 11 del nacionalismo vasco y 17 de las izquierdas. Sin embargo, no conviene olvidar que los resultados electorales de la Restauración estaban distorsionadas por el caciquismo y los fraudes electorales, sobre todo la compra de votos.

La proclamación de la II República el 14 de abril de 1931 supuso la pérdida de poder político de las derechas no nacionalistas y la consolidación del triángulo vasco, ya que los tres grandes bloques (derechas, izquierdas y nacionalistas) mantuvieron un inestable equilibrio de fuerzas. Según los datos que presenta José Luis de la Granja, los diputados a Cortes elegidos durante la II República (1931-1936) en el conjunto vasconavarro, de un total de 72, fueron: 1 monárquico, 16 tradicionalistas, 3 de la CEDA, 7 católicos independientes, 27 nacionalistas, 10 republicanos, 7 socialistas y 1 comunista. Agrupándolos en las tres grandes culturas políticas: 27 parlamentarios de las derechas no nacionalistas, 27 del nacionalismo vasco y 18 de las izquierdas.

El programa laicista y progresista republicano enervó a los partidos conservadores vascos, que se radicalizaron. Justo la evolución contraria de la seguida por la derecha nacionalista vasca, el PNV, que aunque estuvo aliado al tradicionalismo hasta 1932, desde esa fecha se acercó a las izquierdas. Para 1936 la mayoría de las formaciones vascas de derechas habían pasado a posiciones extremistas y centralistas, cuando no ultranacionalistas españolas. Por tanto no es extraño que participaran activamente en la conspiración del general Mola y posteriormente se adhirieran a la sublevación militar del 18 de julio de 1936, que triunfó en Álava y Navarra, precisamente donde las derechas vascas tenían más fuerza (no por casualidad fueron dos de las provincias que más voluntarios aportaron al bando franquista), pero fracasó en Guipúzcoa y Vizcaya, donde cientos de sus militantes fueron asesinados junto a 59 religiosos, dato que se suele olvidar. Tras la Guerra Civil (1936-1939), se impuso una larga dictadura encabezada por el general Francisco Franco. Se proscribió a las izquierdas y al nacionalismo vasco, y se permitió que durante casi cuarenta años la cultura política de las derechas volviera a monopolizar el poder institucional en el País Vasco y Navarra, exactamente igual que ocurrió en el resto de España.

BIBLIOGRAFÍA

BARBERÀ, Oscar (2009): «Los orígenes de la Unión del Pueblo Navarro (1979-1991)», Papers, nº 92, pp. 143-169.

CANALES SERRANO, Antonio Francisco (2006): Las otras derechas. Derechas y poder local en el País Vasco y Cataluña en el siglo XX. Madrid: Marcial Pons.

FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier (1995): «La derecha escamoteada. Desvanecimiento y reaparición de un espacio político en el País Vasco, 1975-1995»,  Leviatán, nº 61, pp. 5-26.

FUSI, Juan Pablo (1984): El País Vasco. Pluralismo y nacionalidad. Madrid: Alianza.

GRANJA, José Luis de la (2002): El nacionalismo vasco. Un siglo de historia. Madrid: Tecnos. (1ª ed.: 1995).

GRANJA, José Luis de la (2003): El siglo de Euskadi. El nacionalismo vasco en la España del siglo XX. Madrid: Tecnos.

LANDABEREA, Eider (2012): «“España, lo único importante”: el centro y la derecha española en el País Vasco», Historia del Presente, nº 19, pp. 53-68.

MOLINA, Fernando (2005): La tierra del martirio español. El País Vasco y España en el siglo del nacionalismo. Madrid: Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.

MOLINA, Fernando (2008): «De la historia a la memoria. El carlismo y el problema vasco (1868-1978)», en VVAA: El carlismo en su tiempo: geografías de la contrarrevolución. Pamplona: Gobierno de  Navarra.

MOLINA, Fernando (2009): «El nacionalismo español y la “guerra del Norte”, 1975-1981», Historia del Presente, nº 13, pp. 41-54.

ORELLA, José Luis (1996): «La historia de una relación turbulenta: carlismo y nacionalismo vasco», Aportes, nº 32, pp. 115-131.

ORELLA, José Luis (2003): Los otros vascos. Historia de un desencuentro. Bilbao: Grafite.

RIVERA, Antonio (2004): «El triángulo vasco. Precisiones, perfiles y evolución de una geometría política», Cuadernos de Alzate, nº 31, pp. 173-193.

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Acto de presentación de «Rojo esperanza» en Baracaldo

El martes 11 de junio a las 19:30 en la Casa del Pueblo (sede de UGT) de Baracaldo, un lugar muy simbólico, teniendo en cuenta la historia que nos narran los tres autores, que estarán allí presentes.

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1 junio, 2013 · 22:17

Jornada de homenaje a Eric Hobsbawm

Jornada de homenaje a Eric Hobsbawm

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16 mayo, 2013 · 8:46