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La voluntad del gudari

Resumen
La presente obra analiza los orígenes históricos del terrorismo en el País Vasco ofreciendo una explicación multicausal. Así, tiene en cuenta tanto factores externos (la dictadura franquista, el retroceso del euskera, la llegada de inmigrantes, la pasividad del PNV, el modelo de los movimientos anticoloniales, etc.) como internos (los antecedentes lejanos de Aberri y Jagi-Jagi, el influjo de los grupúsculos ultranacionalistas del exilio, el choque intergeneracional, el imaginario bélico de ETA, su evolución ideológica, el estado emocional de sus líderes, la dinámica organizativa de la banda, etc.). Ahora bien, como demuestra La voluntad del gudari, los etarras no respondían como autómatas a una coyuntura concreta ni estaban cumpliendo con su ineludible destino. Su apuesta por la violencia tampoco representaba el último episodio de un secular «conflicto» étnico entre vascos y españoles, un mito que sirvió de cimiento intelectual a la organización y que todavía hoy es utilizado para justificar sus crímenes.
Nota: La obra puede adquirirse en cualquier librería o a través de la web de la editorial Tecnos.
Descargas
–Prólogo, de Florencio Domínguez Iribarren
Entrevistas y reportajes
-«Más que palabras», Radio Euskadi
–«La Ventana Euskadi», Cadena SER
Reseñas
-Josetxo Álvarez, en Gladius et Scientia. Revista de Seguridad del CESEG
–Alfredo Crespo, en Cuadernos de la Guardia Civil
-Pablo Díaz Morlán, en Revista de Estudios Políticos
-Marco Perez, en Nazioni e Regioni
-Manu Montero, en Historia Contemporánea
-Sergio Cañas, en Historia Autónoma
-Diego Muro, en International Journal of Iberian Studies
-Jon Kortazar, en Territorios (El Correo)
-Idoia Estornes, en Memoria y Civilización
-Néstor Banderas Navarro, en el blog Imaginarse a Sísifo feliz
-David Mota Zurdo, en Sancho el Sabio
-Martín Alonso, en Galde
-Francisco Rojas, en Pasado y Memoria
-José Luis de la Granja, en Revista de Libros
-Eduardo Inclán, en Cuadernos de Pensamiento Político
-Aitor Díaz-Maroto, en Historia Actual Online
-Luis Roca, en El Viejo Topo
-Ignacio Martínez de Pisón, en La Vanguardia
-Florencio Domínguez, en la revista de la Fundación de Víctimas del Terrorismo
-Raúl López Romo, en Eldiarionorte (Eldiario.es)
-Mikel Azurmendi, en Inguruak
-Miquel Escudero, en Catalunyapress
-Amador Pérez Viñuela, en La Opinión de Zamora
Referencias
-Carlos Gregorio Hernández, en El Debate de Hoy
-Miguel Sanz, en Diario de Navarra
-Jorge Martínez Reverte, en El País
-Javier Marrodán, en El Español
-Revista de la Fundación de Víctimas del Terrorismo
–Boletín digital de la Fundación Fernando Buesa
-Aitor Guenaa, en Eldiarionorte (Eldiario.es)
-Leyre Iglesias, en Crónica (El Mundo)
-Antonio Elorza, en El Correo
-Cristina Losada, en Libertad digital
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Héroes, heterodoxos y traidores

Resumen
Héroes, heterodoxos y traidores analiza las historias cruzadas de ETA político-militar, EIA y Euskadiko Ezkerra.
En el ocaso de la dictadura franquista cristalizó en el País Vasco y Navarra la «izquierda abertzale», un movimiento independentista nucleado en torno al caudillaje de ETA. De tal matriz surgieron en 1974 dos facciones que tomaron caminos divergentes durante la Transición. Por una parte, ETA militar y Herri Batasuna, que se enfrentaron violentamente a la democracia parlamentaria. Por otro lado, un sector más pragmático, el de ETApm, EIA y EE, que evolucionó desde la complicidad con el terrorismo al compromiso cívico con la paz, desde el comunismo revolucionario a la socialdemocracia y desde el independentismo al autonomismo, piedra angular de su nacionalismo heterodoxo. Escrita desde la perspectiva de la historia política y cultural, la presente obra examina este singular proceso de secularización, que contribuye a una mejor comprensión del pasado reciente del País Vasco y, por ende, de España.
Descargas
Índice, Prólogo e Introducción
Apéndices digitales
En la prensa
–RNE
–Leer
–Video del acto de la presentación en Bilbao
–Deia
-Blog de Aurelio Romero I, II y III
Reseñas
-Carlos Andía, en el blog Un libro al día
-Andrés de Blas Guerrero, en Hispania
-Rogelio Alonso, en Mélanges de la Casa de Velázquez
-Javier Gómez Calvo, en Bulletin d’histoire contemporaine de l’Espagne
-José Antonio Pérez, en Segle XX
-Marco Perez, en Nazioni e Regioni
-Luis Roca, en El viejo topo y Rebelion.org
-Raúl López Romo, en Historia Contemporánea
-Felix Ovejero, en Revista de Libros
-Eduardo Parra Iñesta, en Historia Actual Online
-Pedro Barruso, en Sancho el Sabio
-Mercedes de Pablos, en Andalucía en la Historia
-Jesús Casquete, en Revista de Estudios Políticos
-Luis de la Corte, en El Imparcial
-Adolfo Torrecilla, en Historia de Iberia vieja
-Juan Avilés, en El Cultural (El Mundo)
-Joseba Louzao, en Fronterad
-Florencio Domínguez, en Revista de Libros
Citas
-Leyre Iglesias, en Crónica (El Mundo)
-María Jiménez, en El Mundo.
-Antonio Elorza,en Babelia (El País)
-Documental 1980 (Iñaki Arteta)
-Joxan Rekondo, en Noticias de Gipuzkoa y Deia
-Javier Ugarte, en Cuadernos de Alzate
-Augusto Borderas, en El Correo
-Ricardo Ibarra, en su blog Erikena
-Ixidor Solupe, en Goiena
-Roberto Moso, en El Correo
-Iñaki Egaña, en Gara
-Idoia Estornes, en El Diario Vasco 1 y 2
-Xabier Etxebarria, en El Huffington Post
-Aurelio Romero, en ZoomNews
-Aurelio Romero, en Nómadas
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Sangre, votos, manifestaciones

Resumen
Sangre, votos, manifestaciones versa sobre una cuestión tan candente como polémica: el pasado reciente de ETA y su entramado civil, la autodenominada «izquierda abertzale». Desde los años sesenta a nuestros días esta organización terrorista ha condicionado dramáticamente la vida política, social y económica de España en general y del País Vasco en particular. Sin embargo, todavía hay aspectos de la historia del nacionalismo radical que resultan desconocidos para la ciudadanía o han sido tergiversados interesadamente, de modo especial los referidos a la etapa del tardofranquismo y la Transición. Durante esos cruciales años ETA y su entorno sociológico adoptaron la triple estrategia en pro de la independencia de Euskadi que los ha caracterizado y que da título a la presente obra: sangre (el terrorismo de la banda), votos (los candidatos de HB, su brazo electoral, que se presentaban a los sucesivos comicios para dejar luego vacíos los escaños que obtenían) y manifestaciones (las movilizaciones sociales, que acabaron adueñándose de las calles del País Vasco). Este libro relata cómo se ha construido dicha comunidad incivil, cuáles han sido sus resortes discursivos y movilizadores, y responde al interrogante de por qué ha prendido la violencia en la Euskadi de las últimas décadas.
Video de la presentación en Bilbao
-Entrevistas
Radio Exterior (a partir del minuto 22)
-¿Qué han dicho sobre el libro?
Mélanges de la Casa de Velázquez
Bulletin d’Histoire Contemporaine de l’Espagne
Blog de Jorge Martínez Reverte
Cuaderno de pensamiento político (FAES)
Ecléctica (pp. 167 y ss)
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La calle es nuestra

-Fernández Soldevilla, Gaizka (2015): La calle es nuestra: la transición en el País Vasco (1973-1982). Bilbao: Kultura Abierta. Ed. de Mikel Toral. Fotografías del archivo de Mikel Alonso.
Obra coordinada por Mikel Toral con fotografías del archivo de Mikel Alonso y textos de Gaizka Fernández Soldevilla. Además, cuenta con la colaboración de Antonio Rivera y Santiago Burutxaga. La calle es nuestra tiene un claro propósito divulgativo, el de acercar este convulso e interesante período histórico a los ciudadanos y especialmente a aquellos que no lo vivieron.
El libro puede descargarse aquí de manera gratuita
-Fotografías del acto de presentación
–Blog
En la prensa
–El Correo (1)
Reseñas
-Andrea Miccichè, en Spagna Contemporanea
-Javier Ugarte, en Cuadernos de Alzate
-Raúl López Romo, en Eldiario.es
-Luis Roca, en El Viejo Topo
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GFS: «¿Nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto?», El Mundo, 6-X-2025

A las 9:00 horas del domingo 5 de octubre de 1975 el cuartel de la Guardia Civil de Oñate (Guipúzcoa) recibió una llamada telefónica avisando de que alguien había colocado una ikurriña, enseña prohibida por la dictadura, a la entrada del santuario de Nuestra Señora de Aránzazu. Además, un paquete sospechoso colgaba de la bandera. Por entonces ETA conectaba bombas-trampa a las ikurriñas para que estallaran cuando eran retiradas.
El capitán encargó a un técnico en explosivos que desactivase el artefacto. Como era domingo y se esperaba una gran afluencia de público al templo, también mandó que otras dotaciones se encargaran de alejar a los feligreses del peligro. Entre las unidades desplazadas había cinco agentes del puesto de Mondragón, cuyo cometido fue desalojar a la gente de los alrededores y cortar el acceso por la carretera: un conductor, un cabo y tres jóvenes guardias de 2.ª clase, que se trasladaron al santuario en un Land Rover.
Eran las 12:15 cuando, tras comprobar que el paquete únicamente contenía arena envuelta en hojas de periódico, los funcionarios quitaron la ikurriña. Cumplido su cometido, el teniente al mando de la fuerza pública ordenó que los agentes regresaran a Oñate de manera escalonada. Los vehículos fueron bajando uno tras otro. El último en arrancar fue el Land Rover.
Alrededor de las 13:45, cuando el automóvil apenas había recorrido un kilómetro, fue alcanzado por la explosión de una carga de dinamita reforzada con metralla. Estaba escondida en un talud existente en el lado derecho de la carretera y fue activada a distancia. La onda expansiva golpeó en el costado del vehículo, que salió despedido unos 20 metros y quedó destrozado. También sus pasajeros. Los tres jóvenes guardias fallecieron en el acto: Esteban Maldonado Llorente, Juan José Moreno Chamorro y Jesús Pascual Martín Lozano. El cabo y el conductor resultaron heridos de gravedad. Varios padres franciscanos, que volvían al santuario después de asistir a un bautizo en Oñate, administraron la extremaunción a los muertos y los primeros auxilios a los supervivientes.
En el lugar donde se habían escondido los autores materiales de la masacre se encontraron cables, dos cócteles molotov, restos de comida (bombones, patatas fritas, “un bocadillo de jamón a medio consumir”) y “un gran número de tornillos de 40×12 milímetros, marca Herza con sus correspondientes tuercas y arandelas”. Como destacó la prensa, se trataba de la segunda vez en su historia que ETA utilizaba metralla en un atentado. La primera había sido un año antes, el 13 de septiembre de 1974, cuando colocó una bomba de entre cinco y ocho kilogramos de dinamita goma 2E-C y 1.000 tuercas en el salón comedor de la cafetería Rolando (Madrid), acabando con la vida de 13 personas y dejando heridas a otras 70.
En la noche de ese 5 de octubre de 1975, tres desconocidos irrumpieron en un bar situado en el alto de Campazar (Elorrio, Vizcaya), que ya había sufrido atentados en mayo y julio. Los agresores hicieron tumbarse en el suelo a los parroquianos que estaban viendo la televisión. Su objetivo eran los propietarios del local: Luis e Iñaki Etxabe Orobengoa. No alcanzaron a Luis, que huyó y logró encerrarse en el almacén, pero asesinaron a Iñaki con una ráfaga de metralleta. Ambos eran hermanos del antiguo dirigente de ETA Juan José Etxabe (Haundixe) y de otro miembro de la banda. Todo parece indicar que el atentado fue una represalia por la masacre del santuario de Aránzazu, por lo que Iñaki Etxabe debe ser considerado la primera víctima del terrorismo parapolicial.
Los medios de comunicación se hicieron eco de ambos ataques y las autoridades franquistas asistieron a los funerales. Al de Etxabe, entre otros, acudió el presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María Araluce, al que ETA mataría el 4 de octubre de 1976. Pero luego, nada. Las víctimas del terrorismo quedaron totalmente desamparadas por la Administración. El trato que la dictadura les dispensaba era gélido, cuando no cruel. Valgan como muestra dos botones.
El lunes 17 de noviembre de 1975 el 51º tercio de la Guardia Civil (Vitoria) abrió un expediente administrativo, con un comandante como juez instructor, acerca de la bomba del santuario de Aránzazu. Siguiendo el protocolo de la época, su objetivo era averiguar “las causas que motivaron los desperfectos del Subfusil Z-62, número 37.940, de 9 mm largo, y desaparición de 12 cargadores de subfusil con su correspondiente munición, y cuatro carteras, así como la inutilización de 5 cargadores grandes y dos pequeños” en el atentado. En otras palabras, se trataba de descubrir si las víctimas del atentado eran responsables de los daños y la pérdida del material, cuyo importe se calculaba en 10.059 pesetas. Los dos funcionarios supervivientes fueron interrogados al respecto. El expediente no se cerró hasta el 19 de mayo de 1977. No se habían encontrado “pruebas de responsabilidad imputable a mala fe, negligencia o abandono”, por lo que las víctimas fueron exoneradas.
Dos semanas después de la explosión del santuario de Aránzazu, el 18 de octubre de 1975, y como venganza por el fusilamiento de Juan Paredes (Txiki), ETA político-militar había asesinado al guardia civil Manuel López Treviño en Zarauz. Su caso desvela la situación en la que quedaban las familias de los agentes asesinados, que de un solo golpe perdían a un ser querido, el alojamiento en la casa-cuartel y el sustento. En noviembre de 1976, cuando ya había pasado un año de la muerte de López Treviño, su viuda se vio obligada a enviar una carta al capitán general de la VI Región Militar porque le habían denegado la pensión de viudedad. La maquinaria burocrática le exigía las diligencias policiales del atentado, documento que nadie le había facilitado:
Por lo expuesto, recurro a V. E. por si tiene a bien ordenar me sea expedida copia del referido testimonio, ya que por carecer de bienes y siendo muy elevados los gastos que se me ocasionan para el cuidado de cuatro hijos que tengo y hacer más de un año de la fecha del fallecimiento de mi esposo, me encuentro en situación económica muy precaria, y poder solicitar la pensión a que creo tener derecho, ya que sin este documento no me es concedida.
La masacre de Aránzazu, el asesinato de Etxabe y el de López Treviño son casos sin resolver. Es cierto que se arrestó a uno de los sospechosos de este último crimen, pero no llegó a ser juzgado. Lo impidió la Ley de Amnistía aprobada por las Cortes en octubre de 1977, que borró la responsabilidad penal de los atentados cometidos con anterioridad a junio de dicho año. A costa de las víctimas, la democracia brindó una generosa oportunidad a los terroristas. No obstante, ETA la despreció y siguió matando.
Ni justicia, ni reparación, ni memoria. Aquellos muertos y heridos cayeron rápidamente en el olvido. Tal amnesia ya no era responsabilidad de la dictadura, sino de la democracia. Nuestras instituciones tardaron décadas en tratar a las víctimas como merecían. Hasta cierto punto el fenómeno era un reflejo de la falta de empatía que mostraban hacia ellas buena parte de la prensa, la Iglesia, la sociedad civil y la ciudadanía en su conjunto.
En cierto modo seguimos mirando hacia otro lado. Al hilo de su 50º aniversario, este año hemos prestado atención a episodios tan dramáticos como las últimas cinco ejecuciones del franquismo. Y no hay duda de que era de justicia hacerlo. Sin embargo, nadie se ha acordado de las 33 víctimas mortales que ETA, el FRAP, los GRAPO y el terrorismo parapolicial causaron en 1975. Sus nombres no han aparecido en los discursos de los políticos, ni en los medios de comunicación, ni en las redes sociales. Es como si nunca hubieran existido.
Pero existieron.
Gaizka Fernández Soldevilla, responsable de Investigación del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, ha coordinado la obra Terrorismo y represión. La violencia en el ocaso de la dictadura franquista (Tecnos).
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SD Contra 46: Violencia política y guerra en el XX con Julián Casanova; Exposición GRAPO con Carmen Ladrón de Guevara
En #SierraDelta Contra #SDContra46 recogemos el diálogo que Gaizka Fernández Soldevilla ha mantenido con Julián Casanova, catedrático de la Universidad de Zaragoza y autor de obras como «Europa contra Europa», «Una violencia indómita» y «Franco». Este prestigioso historiador analiza la evolución de la violencia política y las guerras a lo largo del siglo XX y advierte sobre los peligros a la estabilidad democrática que se vislumbran en el presente.
La jurista y profesora de la Universidad Complutense Carmen Ladrón de Guevara nos hace una visita guiada a su exposición «Cincuenta años de plomo. 1975-2025. La senda sangrienta de los GRAPO” acerca de la banda terrorista de extrema izquierda más letal de Europa: 93 víctimas mortales. Puede visitarse en el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo hasta el 11 de enero de 2026.
Para terminar el programa Eduardo Mateo, de la Fundación Fernando Buesa, e Inés Gaviria, de COVITE, nos adelantan el contenido de las jornadas y seminarios que van a realizar en Vitoria, Pamplona y Madrid durante los próximos meses.
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